¿Quién es Jesús?

Nos encontramos a la mitad del Evangelio de san Marcos, y a lo largo de estos capítulos se ha mostrado algo desconcertante su redacción, en efecto ha utilizado un recurso llamado «el secreto mesiánico», basta con solo recordar que cuando Jesús obraba algún signo milagroso mandaba callar a los presentes e incluso a sus mismos discípulos. ¿Por qué hacía esto? Simplemente para que s

u misión no sea malentendida, como lo que le sucedió después de la multiplicación de los panes.

Ante esto, el seguidor de Jesús debe, de acuerdo a la experiencia que haya tenido de Él, dar una respuesta de fe sincera y desde lo más hondo del corazón. Ciertamente la gente piensa mil y una cosas de Cristo, es más, lo ha «seguido» como si fuera un mago o algo meramente fantasioso, desvirtuando con ello la misión de Cristo y la misión de la Iglesia.

Pedro, hoy domingo, nos muestra que solo teniendo un acercamiento con Él y un seguimiento posterior, se puede dar una respuesta de fe: Tú eres el Mesías, tú eres el Cristo. Misma sentencia que aparece al inicio del evangelio de san Marcos y que hará eco sólo hasta la Muerte del Señor. Pero nuevamente desconcierta san Marcos: les ordenó que no dijeran a nadie. Obvias razones hay para eso, si seguimos leyendo nos daremos cuenta el por qué Jesús ordenó esto.

Después de la profesión de fe de san Pedro, Jesús les anuncia lo que le va a suceder en Jerusalen, pero Pedro trató de disuadirlo. Aquí se entiende perfectamente la intención del evangelista: Cristo es el Mesías, pero no un Mesías tirano, el Mesías es nada más y nada menos que un Siervo de Dios que se ofrece en sacrificio por otros para traernos la paz (1 lectura).

Pero no solo a Jesús le depara un destino fatal: también el discípulo seguirá los mismos pasos de su maestro, sin embargo la promesa está hecha: el que pierda su vida por mi y por el Evangelio la salvará.

Este es Jesús, el Hijo de Dios, el que entrega su vida por rescate de muchos. Este es el Mesías, que nos invita también a seguirle más de cerca en cualquier condición de vida. No hay que tener miedo seguirle pues «el Señor es mi ayuda, ¿quién se atreverá a condenarme? Siendo así, tomemos nuestra cruz y caminemos en presencia del Señor.

Editado por: Fernando Mtz
Fuente: Luis Armando  CA.

Deja un comentario